sábado, 24 de marzo de 2012

LAS CORRUPCIONES















Tenemos la corrupción literaria magistralmente creada por el Marqués de Sade, Lautréamont y Jean Genet, que utilizan el misterio, la crueldad  y la belleza, ensangrentados, para cautivar al lector, a ese lector que no huye, lee y se somete a la atracción, a la seducción literaria de estos tres autores.
El primero, Sade, confecciona listados de perversiones desde la cárcel, catálogos innumerables e insuperables de transgresiones sexuales, escenificadas fríamente en casa y castillos y representadas, finalmente, en el manicomio de Charenton, desafiando a todo el mundo.
Con el segundo, con Isidore Ducasse, conde de Lautréamont, el falso conde, entra el humor surreal, el humor negro, cruel, en los dominios del mal, con su personaje, Maldoror, persiguiendo y asustando a los niños y a los padres. Lautréamont, un autor que al final rechazó todos los Cantos de Maldoror que había escrito.
Y, por último, Jean Genet, la delincuencia y la traición vividas, poetizadas con una belleza literaria, trágica y grotesca a la vez, que pretende corrompernos. Cantos de amor y aventuras picarescas  de la miseria, caretas y disfraces delinquiendo en el teatro miserable de la calle, "comediante y mártir", como escribía Jean Paul Sartre en un ensayo de mil páginas sobre Genet, el escritor que también desafió al mundo diciendo: "Mi obra es mi delito".
Pero la corrupción política es otra cosa, y además carece de belleza literaria. La corrupción política es una vulgar y simple cuestión de ladrones, disfrazados de políticos, que roban el dinero de los demás, a lo bruto, sin ninguna sublimación estética, ¿qué es esto, dirían? Abuso de poder, abusan de la democracia, la pervierten, la corrompen, abusan de todo y de todos, y encima pretenden pasar por personas dignas y respetables, escudándose en los partidos políticos y diciendo en la intimidad, en la cueva de los ladrones, que sólo roban para financiar a los partidos, a imagen y semejanza de los que ya han robado antes, y que se guardan una parte en el bolsillo, una comisión millonaria por el esfuerzo realizado.
El marqués de Sade, el falso conde de Lautréamont y Jean Genet no los querrían a su lado.



















El suplente del cronista

1 comentario:

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Teresa Izqui, Tina Sainz y 8 personas más les gusta esto.

Albert Tugues: Por un fallo técnico, me han desaparecido la nota anterior y los comentarios. Vuelvo a publicarla. Lo siento.

José María Alloza: Salgado Criticar las derivas de un sistema (la corrupción, etc.) es vivir en la ilusión que este, el sistema, podría ser bueno… ;-)

Luis Nadal: Un sistema, es una abstracción intelectual que puede servir para orientarse en la realidad. Confundir un sistema con la realidad, puede ser fruto de una ignorancia temeraria o de una perversidad inaceptable. A los políticos y poderosos les corresponde ser ajusticiados por esta perversidad, a los ciudadanos asumir las consecuencias de su ignorancia.

Angel Zuaznabar: La buena literatura es irrefrenable, irreverente e irrenunciable. El(los) sistema(s) todo lo contrario.