sábado, 12 de septiembre de 2009

LA RAMBLA DE LAS FLORES, Y MÁS ALLÁ

Ramón Dimas, Monumento a Pitarra en la Plaza del Teatro (Ramblas de Barcelona)





















la vanguardia.es
Clamor contra la venta de droga en la calle Avinyó
Los camellos ocultan parte de su mercancía en el interior de algunas porterías para evitar a la policía

ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona 12/09/2009
Desde la pasada primavera, su presencia ha ido en claro aumento. Esto es lo que aseguran los vecinos de la calle Avinyó respecto a la aparición de un grupo de traficantes subsaharianos que pululan por esta popular vía de Ciutat Vella. Aunque su presencia es especialmente notoria con las horas de oscuridad, en la actualidad sus trajines ya son perfectamente visibles con luz solar, poco después de las seis de la tarde. Su actividad ilícita no sólo irrita a quienes trabajan y, especialmente, viven en Avinyó, sino que, sobre todo, genera inseguridad.
(...)
La actitud de estos traficantes callejeros es tremendamente invasiva. Utilizan portales de diversos edificios para llevar a cabo sus ilícitas transacciones...
Si les sorprende la policía no llevan la droga encima. También utilizan escondrijos como tapas de alcantarilla o huecos en fachadas. Una última técnica consiste en llevar alguna dosis bien envuelta en la boca y, si aparece algún agente de golpe y porrazo, tragársela sin más.
(...)
El auge de este tipo de traficantes y la densa prostitución subsahariana de la Rambla podría formar parte de un mismo fenómeno criminal como ya han indicado estos días algunas fuentes policiales. Resulta coincidente que muchos de estos traficantes únicamente puedan ser detenidos in fraganti. Si sólo se les identifica, al carecer la mayoría de documentación, son inexpulsables del país, como las prostitutas.


Nota del suplente
Prostitutas y vendedores de droga, todos jóvenes subsaharianos, yendo de una lado a otro de las Ramblas de Barcelona. Otros, vendedores ambulantes de bolsos y gafas Loewe, modelos exclusivos en negro para no ver la realidad.
Como diría Jacint Verdaguer, tanto viajar, tantos años para acabar yendo de un lado a otro de la Ramblas de Barcelona (refiriéndose a su expulsión como capellán del Palau Moja, del Marqués de Comillas -situado a un lado de la Rambla-, y posterior persecución, hasta acabar como sacerdote enfermo y pobre de la parroquia de la iglesia de Betlem, al otro lado de las Ramblas, enfrente del Palau Moja).

Se repiten las miserias, las prostituciones y las persecuciones a un lado y otro de las Ramblas, como siempre.

Hay algunos vecinos del Barrio Gótico que aún recuerdan, en los años franquistas, aquellas camionetas municipales (la "36", la "37", la "38", una camioneta para cada grupo de ciudadanos según el sexo y la edad, semejantes a las camionetas "perreras", pero algo más grandes) que capturaban a los niños y jóvenes -los más abandonados- que andaban sueltos y jugando por la Plaza Real con los otros niños -los más limpios.
También capturaban a los hombres y mujeres sin trabajo, sin casa, y otros "vagos y maleantes". Más tarde, los niños y los jóvenes volvían a la Plaza Real con la cabeza rapada, y eran admirados por los otros niños del barrio y jugaban juntos.
Eran niños y jóvenes blancos. Ahora, son chicos y chicas negras, a un lado y otro de las Ramblas mundialmente famosas y felices, turísticas.

El suplente del cronista

1 comentario:

Nadal dijo...

El mercado de las drogas y la prostitución, al margen de consideraciones éticas y sociales, tiene su demanda social que no debe ser marginal a la vista de la oferta existente.
Es inútil que nos rasguemos, hipocritamente, las vestiduras.
Solo a partir de un sincero reconocimiento de nuestra directa, o indirecta, participación en este mercado, se podrán sentar las bases para un debate que ponga orden a esa realidad.