sábado, 28 de febrero de 2009

DE UTOPÍAS: RESPONDIENDO A LA CARTA DE LA JOVEN POETA ANARQUISTA

Gerard Terborch, Niño que espulga a su perro





















Interesante, provocativa, la nota de “Una joven poeta anarquista”. Pero creo que lo que plantea es una bella utopía, una bella quimera en la que, sin embargo, yo también necesito creer.

No se ha cumplido la visión filosófica de Hegel: que el señor, al tener que depender del esclavo en el trabajo, en la vida cotidiana, llegaría un día en que éste, el esclavo, sería reconocido, respetado por el señor. El reconocimiento mutuo hegeliano. La tesis (el señor) y la antítesis (el esclavo), que serían superadas históricamente mediante la síntesis del “reconocimiento mutuo” entre el señor y el esclavo. A partir de la cual ambos serían realmente iguales socialmente.

Pero la experiencia histórica nos dice que, al día siguiente de una revolución, comienza ya la acción reaccionaria a base de sistemas, de jerarquías de poder que vuelven a someter al hombre, al trabajador, en nombre de otra falacia nacional o internacional de futuro.

La anarquía (no-violenta) tenía unos buenos propósitos, los más liberadores, tanto, que los otros sistemas revolucionarios hicieron todo lo posible por acabar con ella: cambiar las cosas para que continúen los privilegios, las jerarquías de poder. “Unos serán más iguales que otros”, como se decía en la obra de Orwell, Rebelión en la granja. Y al final todo se resolverá en un cálculo estadístico de intereses de grupo, de partido, del que habrá desaparecido el “reconocimiento mutuo”, y donde el “hombre rebelde” no será más que un estorbo a exterminar cuanto antes por el bien y el buen funcionamiento de la máquina social (¿de tragaperras?).

Ignoro si sucede lo mismo en el ámbito cultural, poético, pero me sabría mal desanimar a la “joven poeta anarquista”. Deseo que se cumplan sus utopías, de todo corazón.

Un utopista desengañado

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